Era una noche fría de otoño cuando Shiva se sentó a orillas del río Ganges, su larga melena enmarañada caía y se convertía en el río sagrado. En perfecta traquilidad, su piel cubierta de cenizas, su amiga la luna apenas y podía verlo pues se camuflaba con la naturaleza salvaje que lo rodeaba. Shiva se sentó con los ojos cerrados mientras la luna emergía sobre el río. Su reflejo brillaba en la luna y Shiva se alegró al verla. Se reunían una vez al mes, cuando la luna estaba en su plenitud, para hablar sobre la vida, la muerte y otros movimientos del Universo.
Esta vez, la luna parecía brillar menos que de costumbre y Shiva se preocupó un poco.
Shiva: Mi querida y vieja amiga, ¿te sientes bien? Pareces haber perdido un poco de brillo desde la última vez que te vi.
Luna: Mahadeva, he estado triste estos días. Usualmente no veo mucha luz cuando salgo de noche pero últimamente he visto muchísimo fuego. Las selvas se incendian y parece ser que no hay ningún lugar en la Madre Tierra que esté libre de ser tocado por algún tipo de luz. Me da miedo que no tenga fin. ¿Acaso has decidido finalmente que es momento de destruir este planeta? Quizás sea bueno… pero sabes, siempre me apego a cada mundo y cuando se acerca el final, me pongo sentimental.
Shiva: No, querida amiga. Esta vez no he sido yo. Los humanos están quemando grandes partes de la selva, han desmoronado grandes montañas, han vaciado los mares para criar animales que consumen y producen la luz que utilizan. Piensan que comer a otros seres les dará fuerza y los mantiene alejados de la muerte. Los humanos son increíblemente temerosos de la muerte, ¿lo sabías?
Se vuelven tan apegados a sus pequeños cuerpos que se olvidan completamente de que son parte de algo mucho más grande que su piel y huesos. Desearía que aprendieran de los árboles en vez de quemarlos. Los árboles se pertenecen unos a otros, y tan pronto que uno muere, se descompone y se convierte en millones de hongos y microorganismos que crean la tierra para que nueva vida florezca.
Para un bosque, morir es tan importante como vivir, la destrucción y la creación están interconectadas. Los humanos parecen resistirse a su naturaleza y a su salvajismo y al hacerlo le causan un gran daño al resto del planeta.
Luna: ¿Y por qué es eso?
Shiva: Yo me llamo Rudra, el Salvaje. Yo vago en los bosques, y me convierto en ellos, como ellos se convierten en mi. Estoy cubierto de tierra que da la vida y mi cabello crece hacia el río que nutre a incontables seres. Los humanos olvidaron su estado natural, que es salvaje. Tan salvaje como yo, tan salvaje como la propia naturaleza. Sus pies están hechos para caminar sobre el pasto y tierra, su piel está hecha para sentir el aire y el agua alrededor de ellos. Les da un sentido de control el limpiar y cambiar todo alrededor para su conveniencia. Se rehusan a adaptarse a la naturaleza y quieren constantemente que la naturaleza se adapte a su voluntad. Cortan su cabello y sus jardines y árboles. Ponen sus pies en zapatos y sus cuerpos en autos. Miran dentro de pantallas en vez de mirar hacia el mundo, meten agua en botellas de plástico para venderlas entre ellos. Ellos matan a los animales del océano para comérseos, queman bosques para criar animales para comérselos. Comerse a otros parece darle un falso sentido de poder, y creen que controlar a la naturaleza significa controlar a la vida y la muerte. Se resisten a la edad y a la muerte, pero no ven que eso les hace resistirse a la vida, también.
Luna: Pero Mahesvara, ¿por qué no solo le poned un fin a este mundo? No parece que quede mucha esperanza para la humanidad.
Shiva: Querida, la hay. Siempre la hay. Yo soy el Benevolente, yo creo en la bondad. Hay una parte de mi en todos los seres. Hay paz, tranquilidad, compasión, consciencia pura y dicha inherente a cada ser. Yo soy Pashupati, el guardián de los animales y la naturaleza. Tan pronto como la gente conecte conmigo, ellos manifestarán esas cualidades en ellos mismos. Yo le enseñé Yoga al mundo y les di las herramientas para sanarse. Les enseñé āsana y meditación para conectarse más a la Tierra y calmar sus mentes. Les enseñé Yoga para superar su ignorancia, su egoísmo, sus aversiones y apegos, y su increíble miedo a la muerte. Les di las herramientas para sanarse a ellos mismos y al planeta.
Luna: A veces se me olvida que también eres proctector y no solo destructor.
Shiva: Yo destruyo para proteger. Destruyo la ignorancia y el miedo. Tan pronto como la gente empiece a confiar en mi, y tan pronto como dejen de resistirse a la vida y a la muerte, se transformarán. Ellos alcanzarán su verdadero potencial y serán salvajes y valientes, benevolentes y protectores de la naturaleza y los animales, como lo soy yo.
Luna: Muchas gracias por ayudarme a no perder la fe en la humanidad. Empiezo a sentir mi luz regresar. Cuando me encuentre con el Sol en camino a descansar, le diré lo que me has dicho. El ha estado muy enfadado por lo que ve allá abajo estos días, y tú sabes que se calienta mucho cuando se enoja.
Shiva y la luna se despidieron con una reverencia en señal de respeto y gratitud cuando la luna se retiraba a descansar y el regresaba a una meditación profunda.