Haciendo de la libertad una práctica

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La Práctica – Abhyāsa – de acuerdo con Patanjali es un enfoque continuo y dedicado hacia algo. Para que un trabajo se considere una práctica, debe realizarse regularmente, durante un tiempo largo, sin interrupciones, y con total dedicación. Practicar, versus “hacer”, implica conciencia y aceptación de que hay espacio para evolucionar, para avanzar, para mejorar. También se distingue la práctica del hábito: dos cosas que con el tiempo pueden parecer lo mismo. La práctica requiere conciencia, presencia e intención. A diferencia de un hábito, la práctica no se puede hacer de forma automática o sin pensar. La práctica es ese ingrediente que hace que un camino espiritual se convierta en Sadhana.

Practicamos el violín, ensayamos nuestros papeles en una obra de teatro, tomamos prácticas para los exámenes de conducir. En estas acciones, somos conscientes de nuestra curva de aprendizaje y de nuestra necesidad o deseo de avanzar a lo largo de ella. Puede ayudar que son todos ellos procesos con un objetivo. También usamos la palabra práctica cuando se trata de yoga: tenemos una práctica de asanas y una práctica de meditación. Y esa práctica es realmente “una práctica” cuando lo hacemos conscientemente, con presencia e intención.

Hay tantas cosas que simplemente podemos “hacer”, “sentir” o “pensar”. Camino, respiro, hablo. ¿Pero cómo camino o respiro? Cuando hablo, ¿soy consciente de las palabras que uso y del impacto que tienen en quienes me rodean? ¿O hago todas estas cosas automáticamente y sin suficiente atención?

“Me importa”, “Amo”, “Creo en la libertad”. Estos son sentimientos y pensamientos que tenemos, pero a menudo simplemente desempeñan el papel de música de fondo en nuestras vidas mientras llevamos a cabo nuestros horarios, necesidades y respuestas inmediatas. Olvidamos llevar estos pensamientos y sentimientos más allá de un estado interno pasivo, a palabras y acciones externas que tienen un efecto en quienes nos rodean.

Hay espacio, al menos dentro de mí, para practicar la atención, practicar el amor, y para hacer de la necesidad de libertad de todos los seres, una realidad. Sé que hay espacio donde puedo ser más activa, ser más eficaz para convertirlo en realidad, ser más consciente de los resultados de mis actos sobre el mundo que nos rodea y sus seres. Necesito vivir estos pensamientos y sentimientos con la curiosidad que la práctica requiere, con la curva de aprendizaje de una práctica, y con las preguntas, dudas, respuestas y la valentía que caracterizan esa práctica. Si me aplico a esto continuamente, ininterrumpidamente y con seriedad, entonces mi atención, mi amor y mi creencia en la libertad para todos marcarán una diferencia.

David Foster Wallace escribió: “El tipo realmente importante de libertad implica atención, y conciencia, y disciplina y esfuerzo; y ser capaz de preocuparse de verdad por otras personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, en una infinidad de pequeñas y nada apetecibles formas día tras día. Esa es la auténtica libertad.”

Practicar la libertad es practicar la atención. Me encanta eso. Asegura una libertad que implica un sentido de responsabilidad hacia nosotros y hacia los demás, una conciencia de que la libertad es un regalo precioso que debe ser cuidado, implica la realización de que para que uno tenga libertad, todos deben tener libertad, de lo contrario no funciona.