Las razones para guardar un secreto (un recuerdo no desvelado, o un conocimiento) son muchas: sorprender a un ser querido, no herir los sentimientos de alguien. Mantenemos secretos por miedo, orgullo o vergüenza. Esos son los secretos conscientes, los que conocemos, a menudo son silenciosos y emergen por un gatillazo, un recordatorio en forma de un olor, una observación, un sonido, una textura. También hay secretos que guardamos sin saberlo. Secretos desconocidos que se esconden en lo profundo de las células de nuestros cuerpos: recuerdos de antes de que tuviéramos memoria consciente, recuerdos que tienen significados que son demasiado difíciles o sutiles para que los entendamos y podamos darles sentido, recuerdos no registrados por el cerebro consciente debido a un trauma; los recuerdos y samskaras (impresiones del pasado) dejan impresiones sutiles y afectan inconscientemente nuestros hábitos, autopercepciones, expectativas o disposición. La neurociencia muestra que, en un evento traumático, las partes de nuestro cerebro involucradas en la formación de la memoria y el habla se bloquean. Es una forma de protección, lo que a veces llamamos “memoria selectiva”. Sin embargo, nuestros cuerpos recuerdan todo, de modo que la información que nos llega por los sentidos, y activa estos recuerdos ocultos, a veces nos llevan a recordar imágenes, pero otras veces afecta nuestro estado de ánimo o sistema nervioso, causando ansiedad, enfado, miedo o tristeza, sin una explicación a nivel consciente. La interocepción es la capacidad del cerebro para sentir el estado interno del cuerpo y tomar conciencia de sus sentimientos y necesidades. La conciencia interoceptiva abre los caminos para que los secretos sean comunicados, recibidos y entendidos por nuestras mentes para que luego puedan ser procesados y liberados. Las herramientas más esenciales para que esto suceda son movimiento y respiración, asana y pranayama. Con la ayuda de estos, surgen recuerdos almacenados, idealmente dentro del espacio seguro de la práctica de yoga, para que podamos trabajarlos y liberarnos de las impresiones. Diferentes partes de nuestros cuerpos contienen diferentes tipos de mensajes y sentimientos: se cree que las caderas ocultan el miedo, la ansiedad y la tristeza o cualquier momento relacionado con ellas; los hombros, donde “llevamos el peso del mundo”, almacenan la incapacidad de soltar y llevar nuestras cargas; la espalda baja guarda nuestra culpa y nuestros sentimientos reprimidos; las rodillas son las articulaciones del ego y el orgullo, de la incapacidad de doblarse; mientras que el dolor de cuello es terquedad, negarse a ver el otro lado de la historia. Los chakras son claves para entender nuestro mundo de relaciones. Cuando las ruedas giran, la energía fluye, cuando no lo hacen, la energía se bloquea. La memoria se puede sentir en el dolor de una parte del cuerpo o en el chakra bloqueado, y también se puede
liberar a través de su movimiento. En la terapia de trauma, y en la de las adicciones, o en el tratamiento de trastornos del estado de ánimo como la depresión o la ansiedad, el yoga permite a los practicantes reconectarse con un cuerpo con el que a menudo se había perdido la conexión. Brinda la oportunidad de reconstruir la confianza que se rompió cuando este no protegió en el momento de un accidente o de un abuso, o cuando no advirtió una enfermedad. Los recuerdos reprimidos, la desconfianza en uno mismo y en el mundo que nos rodea pueden resurgir abriendo el camino para la recuperación, la limpieza y el avance. El yoga puede permitirnos tomar conciencia y saber qué necesitamos y que tenemos las herramientas para dárnoslo. Muchos de nosotros hemos estado en una clase de yoga y hemos sentido como las emociones emergen inesperadamente en forma de ira, estrés, tristeza o felicidad. A menudo no necesitamos haber sufrido un evento traumático para experimentar la desconexión de nuestros cuerpos. Para muchos de nosotros, cuando comenzamos con yoga, instrucciones simples como “pie derecho adelante” o “lleva el brazo izquierdo alrededor del muslo derecho”, pueden parecer ecuaciones matemáticas para llegar a la luna. Conocer nuestra mano, pie, o cadera, es el primer paso para abrir las líneas de comunicación con el cuerpo y las emociones y recuerdos que almacena. El yoga es ese amigo que se sienta frente a ti cuando tienes un secreto y no puedes evitar decírselo. El yoga es ese amigo que ayuda a darle sentido a todo.